Angkor Wat amanecer. |
Para muchas personas Angkor es el inicio, el principio de un camino, el origen de un viaje o la voluntad de empezar algo. Para mi es el final de una aventura y quien sabe si el inicio de otras.
Angkor puede ser lo que se quiera, lo que se desee. Estar ante tamaño prodigio de hace mas de 900 años, en medio de un bosque que avanza hacia los edificios de manera implacable, muchas veces atenazándoles entre sus garras( raíces), es de una belleza sobrecogedora.
Angkor Wat interior. |
Los pensamientos se difuminan al amanecer en Angkor Wat. El silencio es como una cúpula de cristal y nada pasa y nada sale, todo permanece intacto en esos momentos. El sol empieza a dar luz a la noche, porque aqui todo es noche, incluso el día cargado de luz es incapaz de iluminar estos templos llenos de sombras y ausencias: Budas, altares, papiros, libros... no queda nada. Las estructuras, algunas, se mantiene en pie y las raices de los arboles acudieron al rescate de tanto derrumbe para que muchos templos se mantuvieran en pie. Asi es la naturaleza.
Pasear
entre las piedras y encontrar esquinas ocultas donde el pasado tiene un eco,
una voz ronca que resuena en algunas galerías de estos monumentos llenos de
historias, algunas jamas contadas todavía, es un regalo, un despertar de un
sueño que se ha hecho realidad.
El conjunto arquitectónico de Angkor está
considerado como la mayor estructura religiosa jamás construida, y uno de los tesoros
arqueológicos más importantes del mundo. Un conjunto de 400 km2, compuesto por templos
monumentales, hinduistas y budistas, construidos durante los siglos IX a XII.
El 14 de diciembre de 1992 fue declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad
Ta Prohm, Cambodia |
Cada vez cuesta mas levantarse y coger la mochila de casi 7 kilos llena de objetivos y cámara. Cada dia se hacen mas lagas las horas de sofocante calor y humedad, pero estar inmerso entre las calles de Angkor te da la vida, acelera tus pasos y soporta el peso de las heridas al levantar la cámara y mantenerla lista para cada disparo.
El viaje ha ido curando heridas: las de las caídas y las de ese interior que sangra tan a menudo por palabras o por esas lesiones que guardadas en estancias ocultas de tu interior se reabren en la inmensa soledad de las ciudades por la que este viaje ha pasado.
Hoy, las caídas, los dolores, los sufrimientos ocultos detrás de las sonrisas, las ausencias siempre presentes y las no constantes pero no menos ausentes, se evaden y caminan por su vereda sin acudir a mi a pedir y pedir.
El vació, producto de la separación de los tuyos, los que te quieren, los que te siguen, los que te hablan porque sienten que con sus palabras alivian un poquito los rasguños del alma y los que no dicen nada por estar sobrecogidos o simplemente expectantes hasta el próximo día, empujan con su intenciones y curan con sus certeras razones.
Y aunque en esos huecos, los recuerdos todo lo pueden, las sonrisas y el poder de una palabra entre las gotas de sudor que se alinean una tras otras con cada paso en dirección a Madrid, se hacen fuerte y conservan la paciencia y la paz necesaria para cerrar esta aventura.
Monjes budistas en Angkor |
Porque al final todo empieza y acaba en algún punto y el mio es mi casa: Madrid. Esta vez al menos no digo eso de - Me quedaría- Hay muchos proyectos en marcha, hay muchos abrazos que tengo que recolectar, muchos besos pendientes y muchos brindis con los que alimentar de nuevo el presente que vivimos. Tiran mucho los brazos de esos niños que esperan para hacer de la vida una maravillosa rutina en la que enroscarnos unos con otros y nos soltarnos hasta dentro de mucho tiempo.
Quedan las pasiones dormidas en cualquier lugar de nuestra mente. Yo he despertado muchas a lo largo de estos días. Os llevo lo mejor de mi, me dejo algunas penas, las heridas superfluas y los pensamientos oscuros que tantos días impiden ese bonito sueño de irrealidad que en viajes como este termina por cumplirse en alguna medida.
Me gustaría tener el talento de expresar lo que significa todo esto: las miradas de las fotos, los colores de los cielos abarrotados de nubes mientras el agua corre y los sonidos del silencio de los que hablaba aquella mítica película, cuando se hacen latentes en muchas de las carreteras de este país. Nadie habla de eso. Todos callan. Una de cada dos personas murieron en aquella guerra civil. Un millón y medio de Camboyanos se dejaron la vida en aquellos tres años y medios de sangría. Y yo no se que decir, ni que expresar, ni como describir tanto dolor y a la vez el entrañable cariño que las fotos han capturado.
He
aprendido muchas cosas, cada día, con cada foto, con cada persona que me
susurraba entre sonrisas la estrechez con la que viven y a veces con esa ansiedad por saber que los problemas del mundo no son triviales, están aquí, te encogen el alma y es de miserables tener compasión o esgrimir el " pobrecitos que pena me dan". La rabia te axfisia el corazón y quieres explotar, pero siempre la final la resignación y el pequeño grano de arena que cada uno aporta con la mejor de las intenciones sabiendo que a lo mejor ayudas a resolver el conflicto de ese día, de ese momento y que con eso hemos dado otro paso... .
Y es que el mundo
sigue su curso y te arrolla si te quedas parado. El movimiento es importante
para seguir viviendo y poder contar, al menos, la realidad de tantas y tantas
personas que van pasando a tu lado o mejor dicho personas entre las que me voy
mezclando para intercambiar energía, conocimientos, sonrisas, vida.
Me llevo toda esta energía. Y muchos diran: ¿ que viaje tan complicado? Lo es, no siempre se viaja igual, ni con las mismas sensaciones.
Y así sigo en medio de este día lleno de emociones implícitas, buscadas, intencionadas. Voy pisando las piedras del pasado, cargando cada paso de futuro.
Y una a una voy despidiéndome de cada fotografía. La próxima vez que las mire espero estar en mi casa, sentado con un café, viendo otros arboles y durmiendo en otra cama. Esa es mi suerte. Nacer aquí, o nacer allí.
Pescadera mercado Siem Rep |
Fijo la vista en la rutina, me muevo despacio: el calor no me deja mas margen. La gente me mira por los pasillos centrales de estos puestos, se ríen y hacen bromas sobre mi. Yo les devuelvo la sonrisa. Me paro a mirar al mecánico, lleno de piezas casi artesanales. Es muy difícil aquí conseguir piezas y mucho menos pagarlas nuevas.
Mecánico mercado Siem Rep |
Mercado de Siem Rep |
Esta escena se repite en cualquier lugar del planeta y se seguirá repitiendo en un mundo donde el comercio es el motor de la economía, Ojalá fuera más justo e igualitario, difícil, aunque el mundo está cambiando y yo tengo la esperanza de que en esto también cambie.
El hotel,
refugio y descanso de todas estas noches de alboroto de palabras, de vestidos
de domingo que adornaron los cuerpos de tantos personajes que han acudido hasta
estos caminos que la memoria dejará en el recuerdo de muchos. Tantos compañeros
que con nombre o sin el han pasado por estas páginas me han dado emociones, me
han despertado sentimientos, me han ofrecido un medio y han engrandecido el
camino de mi vida. .
Ahora voy a abrazarme a mis sueños, y agitando la coctelera de la vida enunciar una por una las maravillas que este viaje me ha regalado.
En Madrid esperan las dudas y los problemas, el amor y el cariño de muchos y las sensaciones y emociones de otros. Estoy seguro que todo irá sucediendo de acuerdo al guion establecido. El problema es que nadie me dió ese guion y desconozco la página de mañana.
Pero mañana ya será otro día... y quién sabe si otro viaje.
Última mirada del camino |
Buenas noches Siem Rep, Cambodia, final del camino. ¡ Hasta pronto. !