Acostumbro a dormir los
sueños en un rincón discreto de la memoria.
A veces son caminos que se
disuelven con el paso de los días y que vuelven a mi como por
accidente. Esas extrañas sensaciones, desconocidas e inacabadas
secuencias para mi, discurren junto a pensamientos que sin mas
pretensiones, deciden acompañarme en los imaginarios viajes con
olor a papel viejo que cultivan algunos libros de incomprensibles
contenidos. La memoria tiene caminos que la razón no entiende. Y por
ellos voy a perderme... .
Me dispongo a iniciar un
largo viaje, en todos los sentidos posibles, en todas las formas y
maneras en las que se pueda entender la palabra viajar. Inicio un
salto atrevido y delicado, sin paracaídas, sin red que me proteja de
los eventuales daños que seguro se producirán en el forzoso
aterrizaje cuando las sensaciones se apaguen y la rutina vuelva a su
estado natural.
Pero el riesgo mueve este
presente entre fugaz y pausado, entre condenado y absuelto en el
proceso de la vida. No se si las esquinas que doble por las calles de
unos destinos que permanecen ocultos todavía en mi memoria, me
depararan lo que esta ansiedad que tanto me presiona hoy busca. No se
si el alimento será suficiente, pero.... allá vamos.
Será como parar el mundo
para que el tiempo se detenga. Intentar que los pasos no dejen
huellas, que lo sonidos no se escuchen demasiado, que la memoria se
reescriba sobre las sombras que abandonadas discurrirán sobre hojas
caídas en un suelo cubierto por la nieve de los días pasados.
Me enfrento pues, a los
kilómetros con el afán de resolver los acertijos que se representan
inquietantes en cada una de las etapas: ¿donde ir?, ¿ que ver? ¿
donde quedarse? ¿ porque marcharse tan pronto?... Sin duda una
aventura llena de vida, un espacio detenido para desglose de un
presente construido a base de fotografías en las que no aparezco,
para otorgarme así , el privilegio de un segundo plano cargado de
esencia y no de cantidad, escondido de nuevo entre, música, letras,
fantasías... .
Podré volver a ser yo,
sin papeles que interpretar, sin tener que responder a la sonrisa que
en el pasado me hizo tan feliz, o sin tener que lastimar mi orgullo,
rebajando mis pretensiones para mendigar un amor que ya no es mio,
que no me pertenece y que aunque añoro sin decoro alguno, sobrevivo
a el con la dignidad recuperada a golpe de angustia y manifiesto
dolor.
Podré vivir y volver a
ser un espíritu libre, un entregado samurai abriéndome paso por una
causa que jamas debí abandonar: ser yo mismo.
Es el invierno del año
2012, un febrero frio y a menudo gris plomizo, de un sol que no da
calor y un amor que abandonado solloza en las esquinas de la ciudad
donde vivo. Se abre ante mi a modo de reinicio un paisaje mágico,
una vuelta a los orígenes, la oportunidad de encontrar un sitio
donde reposar sin ataduras y descansar sin pretensiones. Apagaremos
la maquina,encendida desde hace demasiado tiempo. Dejaremos que
descansen sus circuitos, que se refrigeren las fuentes de
alimentación y que se reordenen sin prisa los datos almacenados en
la memoria.
Es invierno, tiempo de
letargo, de refugio y meditación, de caminar sin ruido y pasear sin
ser visto.
Es Febrero de 2012 y la
vida me invita a corregir los errores y a llenar de vida las alforjas
del presente.
Un nuevo viaje con las maletas medio llenas... parte ocupadas de recuerdos y algún hueco dispuesto a recibir nuevas prendas! Es invierno y eso me recuerda las palabras que me decía el amor de mi vida... Yo no soy fuego... yo soy fuego todo, y sin ti... todo mi hielo! Feliz viaje!
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