Imaginar Cuba no es vivir en Cuba. Ver sus playas y sus calles en la televisión, acudir a los póster que inundan las agencias de viajes: esa no es la Cuba que yo he conocido.
Esta vez la carretera huye de la Habana y se dirige a Pinar del río, un lugar desde donde se pueden avistar plantaciones de tabaco durante kilometros a ambos lados del camino. Los famosos cohibas salen de muchas de están plantaciones: el " espléndido" de Fidel y el " robusto" del Che Guevara.
Al llegar a la ciudad, como si se tratara de un sueño, alguien grita en la calle: ¡gol de Cristinano, goooool...! No me lo puedo creer, el fútbol como la Coca cola llegan a todos los rincones del mundo. Incluso aquí.
Para llegar a la plantación hay que atravesar un camino difícil, pedregoso y con muchos baches. El día esta nublado, parecía que lluvioso, aunque no ha caído ni una sola gota desde la llegada. Las plantaciones se suelen componer de los campos de cultivo, una gran secadero donde se separa la hoja y se cuelgan para su secado, y una pequeña casa para que viva la familia que regenta el campo.
Cuando llegamos al lugar en el secadero ( la parte más bonita de la plantación...) estaban trabajando dos mujeres. Separaban las hojas, las cosían en pequeños mazos y las colgaban para que el secado fuera natural, al aire. Otro hombre cortaba la hoja en el campo y ayudaba en las tareas de carga y descarga. El resto de los trabajadores, sólo venían cuando cuando se les requería hasta un número de 18 personas
Noto el cansancio, debe ser el calor. Hoy el bochorno es sofocante. Ojalá lloviera un rato y así poder refrescar los campos y de paso refrescarnos nosotros.
Los edificios de esta ciudad siguen la línea neoclásica colonialista de la Habana. Su riqueza pasada mantiene la mirada al pasado, se recrea en su grandeza, se convierte en un corazón decadente pero lleno de vida.
Recordare a esas mujeres cosiendo tabaco más que el proceso de producción, porque sin duda son las gentes las que conforman las calles, los edificios y las ciudades, son ellas las que dan sentido a cada situacion a cada circunstancia. Sin ellos nada tendría vida, tan sólo una ciudad llena de fantasmas, un cuerpo sin alma, un lugar oscuro sin apenas luz. Y así de vuelta la refugio... .
La Habana, territorio conquistado, vuelve a ser mi casa. Las calles llenas de barro y agua, dan un sonido especial a la ciudad. La luz se esconde entre los árboles y las sábanas que cuelgan de lo edificios o los paraguas ( sombrillas) que pueblan las zonas mas concurridas de la Habana vieja que a la vez te protegen de una lluvia suave y agradable que hacen más llevaderos los cansados paseos.
Los edificios están más destruidos, si cabe, en esta zona, llegando a la iglesia de la merced. Allí se ubica un gimnasio que iba buscando, donde se practica boxeo. Ya me habían avisado de que este es uno de los deportes estrellas en Cuba y tenía curiosidad por conocerlos. La verdad no me ha defraudado.
La labor con los chicos y también con los adultos supera lo imaginable. Las vendas para protegerse las manos, cuelgan de los andamios que conforman los graderíos. Los guantes puestos en fila, son comunes y van rotando por turno, cuando les toca subir al cuadrilatero. Por ahi, alguien dice : ¿ españoles? Si ¿que paso con José Legra? Que esta ya muy mayor...
El gimnasio tiene luz natural, unos graderíos viejos pero útiles. Esta encajado entre cuatro edificios, lo que le da un ambiente cercano y acogedor.
Si llevas algún tiempo viajando por el mundo te das cuenta de que este lugar respira historia, magia... humanidad. En este sitio se aprende algo más que un deporte.
La experiencia al recorrer la ciudad me dice que el final se acerca. La 23 con la 12, la calle San Lázaro, el Malecón y sus 7 km de mar dan una salida necesaria a la Habana calurosa, a la ciudad que nunca duerme, a los habitantes que transitan y relajan sus rutinas en esta parte
Un rumor de melancolía provoca en las calles una batería de fotografías. Cada paso una persona, cada persona una foto. Voy a seguir dialogando con esta ciudad. A veces las palabras darán tregua a la imágenes. Otras veces serán están quienes ahoguen los sonidos de las palabras para inundar de colores sobrios el objetivo de mi cámara. No importa que ocurra antes. Lo importante es que esta ocurriendo y yo soy el protagonista.
Buenas noches Madrid. Buenas tardes la Habana.
La magia de tus palabras hacen más grato el viaje, gracias por este regalo
ResponderEliminarGracias por enseñarme Cuba, y por acercarme a vivirlo de manera tan cercana.
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