A veces pienso que viajo con muchas personas. Cada calle,
cada detalle me trae el recuerdo de muchos semejantes, momentos vividos a su lado
que con un gesto, un sonido, una sombra o un color se acercan hasta mi y me
acompañan en el viaje.
Asilah es un lugar tranquilo en algún lugar del atlántico
entre Tánger y Rabat con marcada herencia portuguesa. Sus murallas le dan un
toque colonial y le confieren un aire protector del paisaje y los elementos arquitectónicos
que habitan dentro de la misma.
Asilah al anochecer |
Limpia y cuidada es una ciudad que vive de cara al turismo. Sus
gentes son amables y dejan vivir al turista como en cualquier ciudad europea
salvo algunas pequeñas excepciones que son comprensibles dentro de la pobreza
generaliza que abunda en el país. La ciudad, eso si, no es ni la sombra de lo
que era: ha crecido, se ha multiplicado y es asombrosamente tranquila. Nada que
ver con un pasado que queda lejos en todos los sentidos.
Puerta dentro de la muralla. |
La ciudad no da para muchas fotos como las que busco aunque siempre detrás de cualquier esquina aparece algo insólito que puede congelar tu retina y arrepentirte de no llevar la cámara cargada. . La puesta de sol es única pero en general es un lugar tranquilo, con un funcionamiento
normal, con lo que hay que ir a entrenar el ojo fuera de estas murallas. Buscar algo distinto
para romper un poco la línea de lo que hemos fotografiado hasta el momento. Pedro
piensa que ir a la playa de las Cuevas nos puede dar juego si la marea no esta
alta y se puede acceder a ellas. Y yo que soy de muy fácil convencer.. .
¿Y quien es Pedro?
Pedro
Pedro… mi compañero en
este viaje. Hombre tranquilo, paciente, sosegado… Si viaja conmigo, este tiene
que ser su perfil porque yo me conozco y “ me las traigo”. Me habla de fotos. Me enseña nuevos enfoques.
Mide la luz, juega con el diafragma y ajusta la velocidad… asi es fácil sacar
fotos. La verdad es que es un lujo poder compartir con el sesiones de fotografía
porque siempre aprendo cosas nuevas a su lado… conoce mas de mi cámara que yo y
es hábil en el manejo de las reglas mas complejas de este maravilloso mundo.
Día de lluvia. Trabajo de campo en Chaouen. |
Y fuimos a la playa de las cuevas.
La Playa de las cuevas
El acceso a la playa es en si mismo una aventura. No es eso
de la primera a la derecha, giras y donde ves el cartel…pues hacia abajo y
llegas. No, eso no es asi. Mas o menos
es: Ve por la carretera y cuando llegues a un lugar con unas piedras entras por
la pista de arena que hay a la derecha…y por ahí…ya si eso… .
Playa de las cuevas. |
Llegamos a un cartel enorme que ponía Marina Golf…¡me suena!.-
Justo en el siguiente desvio cogeríamos una carretera secundaria y a 200m la
pista. No parecía asi trivial, pero tampoco parecía complicado. Cuando íbamos acercándonos
al desvío vimos un guardia y como en el anuncio de IKEA donde el niño sale
gritando con un palo: ¡ Un guardia! ¡Un
guardia! . Es una de esas cosas que sabes que hay – como los guepardos en los
parques de Kenia, pero que son extremadamente difíciles de ver.
Y detrás del
guardia, una multitud. ¿Y detrás de la multitud?... un mercadillo. Digamos que
solo nos quedaban doscientos metros para llegar
a la pista y el mercadillo se ubicaba en la anchura de un carril bici, a
ambos lados. No cabía el coche entre la gente, los puestos…¡joder un que susto!
Un coche de frente ¡ cuidaoooo!. No cabemos, es imposible…pero como si los
puestos se movieran y la carretera se ensanchara…ahí entraba un coche tras
otro, y una furgoneta, y un camión.. y no me lo puedo creer nos hemos pasado el
desvío.
No importa, no tenemos prisa, ¡estamos de vacaciones!. Un
poquito mas adelante hay un hueco. Bueno mejor por la siguiente… y asi hasta
dar la vuelta casi por Chaouen… . Y volvemos a empezar. Entramos por el
mercadillo y doscientos metros mas allá: ¡la pista!.
La pista
La pista es un camino por donde las cabras caminan con
dificultad. Yo creo que un 4x4 tendría algunos tramos de dificultad máxima. Pasados
unos cuantos barrizales donde hacíamos el silencio dentro del coche llegamos a
una cuesta pronunciada desde donde veíamos el mar. Una playa inmensa desierta
con la olas rompiendo la línea del horizonte. La espuma blanca, las burbujas de
la arena, la neblina que los reflejos del sol producen en el agua. En fin, el paraíso
ante nosotros. Y para contarlo todo una especia de chiringuito con tumbonas y
todo. Tarek es el dueño de este lugar semidesierto.
¿Pero quien es Tarek?
Tarek
Tarek es un argelino procedente de Nador. Camarero,
hamaquero, cocinero, pescador y empresario en esta etapa de su vida. En otras
ha sido otra multitud de oficios. A punto de cumplir 38 esta comprando un
terreno en Asilah. A mi me queda la duda si lo compra con lo que saca del
chiringuito, pero el dice que si… de aquí y de allí. Vamos que debe ser gallego
por parte de madre.
Playa de las cuevas |
Caminar por la playa se echa de menos. Al menos yo necesito
hacerlo varias veces al año. Mirar como el mar rompe las olas cerca de la
orilla y sentir como los pensamientos se rompen y se limpian a la vez entre esa
agua cristalina y esa espuma pura que envuelve de emociones cada rincón de tu
aliento. Olvidas la angustia. Te proteges de los miedos. Te sacudes las
alergias a todo lo desconocido e intentas convertirte en una persona mas
tolerante, mas capaz de relacionarte con cualquiera y aprender de cada una de
ellas. Y te das cuenta que te provocas a ti mismo para salir del cascaron calentito donde pasas
los inviernos para conocer y ser un componente mas de este proyecto llamado
vida en común.
Dani me acompaña estos días ( y tantos otros...) por estas tierras que tanto le
gustaban. Bueno a el le gustaban todas las tierras y con todas maridaba bien.
Por eso el pensarle me hace sentir que consigo reunir y combinar algunos propósitos
que el me enseñó. Y aprendo a seducir al tiempo para que me de años y vida
para poder seguir cumpliendo etapas con la misma fuerza que hoy, con la que el
no pudo contar al final.
Asilah es un lugar para soñar. Para escribir. Para sentir
que el mundo es ese lugar que merece la pena conocer. Y que la vida es ese
espacio común que cuando lo compartimos hace que nos volvamos personas interesantes y
cautivadores en alguna medida.
Soy afortunado. Soy inconformista. Sé que a veces hay que
ser consecuente y maduro y aceptar la realidad tal y como nos viene. La teoría me
la sé. Pero a pesar de estar muy mayor para algunas cosas, tengo ganas de
seguir luchando por otras. Los sueños, las sensaciones, emocionarme con
los detalles de mis hijos, con esos espacios que me aporta la familia y esos
momentos en los que consigo desbocarme y aprovechar la vida 28 horas cada día.
No me rindo, aunque algunos me miren con cierto aire compasivo, no me rindo.
Algunas veces a través de lo imposible hay una grieta, un pequeño rayo de luz.
Y
yo miro con mi objetivo por esas rendijas que la vida a menudo abre a mi paso
para que fotografíe y fije las cosas tan bonitas que ocurren a mi alrededor.
Buenas noches Londres.
Buenas noches Madrid