Llueve. Se pelean las gotas por llegar al tejado rojo de mi
habitación. Se amontonan juntas formando un pequeño e insignificante riachuelo
que va a dar a la terraza azul. Aquí en Chaouen el azul es un soplo visual de
esperanza, un encaje de colores blancos y tenues, difusos algunos, que siempre
acaban tornándose azules.
Pero llueve y va a ser difícil que consiga caminar por la
medina, disparar la cámara a la multitud de estampas que se fijan ante mi.
Necesito un plan B. Necesito, y no entiendo porque, salir de aquí.
La previsión del tiempo da lluvias todo el dia. He leído “
intermitentes” pero no ha dejado de llover y son las 10 y media de la mañana.
Pero hay un plan B.
Y ese magnífico plan se llama: Fez.
Las carreteras no son buenas y 200Km se van a convertir en
cuatro horas de tormento, pero creo que huir de la lluvia va a tener su justo
premio.
El paisaje es anárquico al inicio. Se parece a las sierras
andaluzas, a Cazorla, con sus
alcornoques y variedad desordenada de bosque bajo y arboles medianos. El
verde todavía es algo intenso, lleva lloviendo algún tiempo y eso siempre
acompaña. El Rif es una cadena montañosa, caliza con bosques de encinas y
cedros que confieren un bonito y abrupto paisaje.
Las siguientes horas pasan entre desangelados parajes de ganado desperdigado
y pensamiento encontrados entre un sinfín de preguntas. La locura de los
conductores marroquíes va mucho mas alá de lo imaginable. Esto ayuda a
abandonar las preguntas y concentrarse únicamente en las respuestas: ¡¡¡¡están locos!!!!
Ya no me acordaba de que se puede adelantar
en raya continua y cualquiera puede invadir el carril contrario sin que los
coches que vienen de frente se moleste por ello. Vamos esquivando golpes…perdón
esquivamos coches. Mientras, con la
mente distraída en una sencilla supervivencia, regateo los mensajes y los
aplazo para momentos de te verde y vistas al paraíso, ese que se asoma por
cualquier calle al doblar cualquier esquina.
Después de tres horas y media largas…
A lo lejos se dibuja una gran ciudad. La verdad es que los
primeros edificios ya se presentan como símbolos de una modernidad que mis
recuerdos ocultaban o simplemente no existían en ellos. Aunque los contrastes
eran visibles tenía la sensación de que la ciudad había cambiado para seguir
igual. El tiempo no se había detenido pero avanzaba muy lentamente.
En el primer semáforo de entrada al centro de la ciudad
alguien con casco y gafas de sol se asoma por la ventanilla ( no le cabe la
cabeza pero la empuja…):
-
Españoles? Si
señor.
-
Ah que bueno! España. Se pone verde, arrancamos.
En el siguiente semáforo a menos de quinientos metros:
-
Andalúcia? . No
señor. Madrid.
-
Oh Madrid.. que bueno Madrid. Un bonita lugar
Madrid. -Lo conoces? Le pregunto
antes de arrancar en el semáforo verde.
-
– No.
Buscamos el cartel de centro ciudad y en una rotonda se
asoma de nuevo
-
Tu quieres ir Medina nueva o vieja? . Queremos ir a la antigua. Vengo
conmigo . Yo llevo puerta principal. Mi hermano guía estupendo. Ya! … sabía yo que…. . Bueno y cuánto.
-
Muy barato amigo, pero mi hermano habla. Yo dejo
con mi hermano y tu habla.
-
A fin de cuentas nos va a dejar
en la puerta principal de la medina así que vamos a ver que pasa.
Abdul que asi se llamaba su
hermano era un señor de mediana edad. Vestía un chándal gris de Adidas
Marruecos. Se acerca a la ventanilla. Un señor educado y directo:
- Buenos días. Madrid? S… sin poder terminar.
- Son doscientos dhirhantres
horas paseo por Medina. Yo llevo a las principales lugares. Sois fotógrafos?. A
mi me da igual yo llevo sitios y vosotros hacer fotos o no. ¿Vamos?
¡Vamos!
La Madina de Fez se empezó a construir
en el año 800. Diversas ampliaciones datan del año 1.000dc y 1.200 según palabras
de Abdul. Sus pasajes estrechos, llenos de tiendas diminutas a ambos lados. Sus
techos por donde la luz se filtra sin que dañe la estampa lúgubre del lugar.
Los burros acarreando mercancía de un lado a otro. Calles que se entremezclan y
sonidos que dibujan el lugar como uno de los sitios mas mágicos que conozco. Sería
capaz de cerrar los ojos y convertir en leyendas cada una de sus calles en páginas
escritas a golpe de emociones y recorrer los escondrijos secretos de esta
Kasbha en sentimientos llenos de colores, olores y texturas que sobrecogerían a
las paginas mas frías del libro de mi vida … .
Medina de Fez |
Las calles reinventan esta vida.
Sus espacios muertos entienden de un tiempo sin prisas, de una estancia donde
la existencia se reconvierte en frases leídas, en nombres escritos al azar sin
un sentido aparente pero con un delicado y exquisito control por lo que se
quiere trasmitir.
Personajes de una película con
rodaje en este lado de la historia se convierten en protagonistas de cada
escena sin pretenderlo. Cada cara es una fotografía. Cada pisada es un perfil
con el que dibujar un cuadro en el que no sobra nada. Cada color se combina con
la forma y el fondo de los sentimientos que se agolpan a las puertas de una
mezquita pura y limpia como símbolo de paz y confusión. No sabemos procesar
tanto sentimiento ni entender el porque de tanta emoción. Yo me quedo con que
hay mucho de nosotros en cada cara, en cada recorrido que sin intención
aparente es marcado una y otra
vez por la fuerza de las sensaciones. Porque nuestros antepasados descansan en
esos rostros cautivos, en un ayer que aún sin ser recordado si es evocado en lo mas profundo de nuestro ser cuando se ve
reflejado sin saberlo, en las manos, las miradas y las emociones de esas caras
que en silencio nos hablan.
Pidiendo ayuda al mas allá. |
Fez consiguió que dejara de
llover pero volvemos empapados de estampas que no nos podemos arrancar de la
mente. Inusuales recuerdos que descansan para siempre en esa tarjeta de muchos
gigas que guardamos en el corazón. Y de ahí, nada se borra hasta que un dia nos
reseteen la vida. Es hora de soñar. La mil y muchas noches nos esperan en el
haz de luz que sugiere la próxima cara, el próximo destello, la próxima entrada.
Buenas noches Londres.
Buenas noches Madrid
Buenas noches Fez.
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