domingo, 1 de noviembre de 2015

Imprescindibles









La música. Eché de menos la música. No hubo tiempo para descansar entre las notas y reciclar los pensamientos a través de ella. Siempre la llevo conmigo y llegado a Madrid,  es mi mejor compañía.

Me gusta escribirla y despertar junto a ella sensaciones, envolver las palabras entre sus notas y traspasar el umbral de lo escondido para traerlo hacia la luz y conjugarlo con el presente. 

Las maletas en el coche camino de Tanger. Aeropuerto y embarque. 

La vuelta fue tranquila. Este viaje no ha tenido sobresaltos. Esta vez puedo decir que todo ha estado controlado.

Cuando salía de Asilah note ese brillo en el cielo, esa brisa en un mar distinto, desordenado y especial. Hasta las dunas conferían un paisaje diferente a esos kilómetros de playas vacías que daban color a la carretera. Aparecía el mar y se escondía detrás de arboledas injustificadas, llanuras documentadas por casas  de motivos desiguales y montes que acreditaban una geografía fusionada y diversa que resumía a la perfección el Marruecos que estaba empezando a dejar atrás.





El camino al aeropuerto sirve como sumario, como reflexión. Sirve para repasar las fotografías del viaje, los elementos de los que hemos dispuesto a lo largo de los días. De los flecos que nos quedan por si hay una próxima vez. 




También para empezar a mirar hacia adelante e intuir lo que te espera camino de  casa. Empezar a repasar donde deje las llaves, habré apagado todas las luces o llevaran mas de una semana encendidas? Y lo menos practico y mas etéreo: ¿como estarán los míos?

Marruecos ha encendido muchos recuerdos en mi que mantenía ocultos. Ha repasado aquellos años de rebeldía y esencia adormecida. Los años de Lavapiés y la casa de huertas donde amanecíamos personas de distintos lugares a las que yo no conocía y aún así todos nos hermanábamos. Los años de Sejo, Arantza y Dani. Los días de “ floro hazte un peta” y la insumisión. Los días de comisarias y cárceles oscuras donde la sonrisa de unos pocos se extendió como una plaga por las caras de muchos miles y miles de personas. Eran los días de Vidania, Luis y Miquel. De Jabuti y la facultad de Filología. Los días de Años Luz con Dani , María y Cristina enseñándome que la vida era algo mas que ganar dinero y comprarse una casa. Eran los años del Feminismo y la tempestad de la OTAN con su referéndum en lucha y sus huelgas de estudiantes. Los años de Elena, Fede y Alicia, mi compañera, mi amiga de entonces, el amor de toda una vida. Luego llegaron Rómulo, Pilar, Arantxa, Miguel O… algunos que se han tenido que marchar  y otros tantos que se han quedado hasta ahora y  han ido confiriendo sus experiencias y educándome en el arte de vivir, tantos años ya. 




Así he vivido Marruecos estos días porque desde aquellos años no había vuelto Pisar esta tierra, estas plazas, las calles de Chaouen, los rincones de Asilah, la Medina de Fez… Y remover la vida. Entender que de haber nacido de nuevo, habría querido conocerlos a todos otra vez y vivir a su lado las mismas cosas que hemos vivido.

Gracias por compartir esta vida. Y hasta pronto amigos, compañeros…o como decia Bertolt Brecht imprescindibles .