viernes, 26 de octubre de 2012

Varanasi

Benares ( Varanasi. वाराणसी ) es la ciudad santa, el lugar donde vienen a morir las personas que llegado el final de sus días, buscan la salvación, ir directamente al Nirvana sin tener que pasar por los ciclos de las reencarnaciones.


Las calles de esta ciudad que con 3000 años es la más antigua del mundo, aglutinan todo el conocimiento que cualquiera pueda imaginar. Los conquistadores mongoles, los aguerridos Afganos intentaron derrocar definivamente el hinduismos sin éxito. Escrituras sagradas como el Ramaiana o el Majabharata ya describen la ciudad en sus páginas.

Varanasi es un lugar común, un ejemplo de espiritualidad y mezcla de culturas atrapadas en el tiempo.... Cada rincón de esta ciudad convive con el anterior, y con el anterior... Así hasta tres mil años atrás.....así hasta el día de hoy.

Impresiona llegar a Varanasi y bajar a sus llamados Gath, salidas al Ganges que desde cualquier lugar a la orilla, convierten a la ciudad en un mirador abierto a los ojos del río, durmiendo en las espaldas de los Ashram o monasterios donde el murmullo de los mantras invita a la meditacion.

Existen más de 70 Gath a lo largo de toda la orilla y su estructura es comun: escaleras que bajan al rio. En ellos se reza, se baila, se medita, se baña en las aguas llenas de lodo y restos de todo tipo y un largo etc... Las gentes de este lugar viven en la calle, y comparten su cultura milenaria con cualquier visitante que se acerque a ella.

La calles de la vieja ciudad son un laberinto difícil de callejones estrechos donde no cabe ni un solo negocio más. La estrechez entre edificios hace casi imposible que se cuele un rayo de sol y la oscuridad solo se ve inundada por algún espcio vacio por donde se cuela la luz. Toldos y cables entrelzados en número indefinido cubren cada eslabón de este viejo barrio. Se pasea siguiendo los olores, los gritos de los niños semidesnudos entre las sombras, se observa cada pieza expuesta lista para su venta en los viejos comercios: zapateros, libreros, tabacos (normalmente de mascar o de pipa,) barberías y muchos pequeños espacios donde se sirve comida. Sastres, artesanos, mecánicos, telas, alfombras, sedas y saris.... Las mil y una noches envuelta para regalo.

Los comerciantes son serenos, nunca agresivos ni demasiado pesados, pero si tienes un despiste saldrás con la bolsa llena y normalmente contentos los dos.

La música suena por todas partes, las campanas llamando a la oraciónn de la diferentes religiones inundan el aire y lo llenan de melodías. No he visto temor a los dioses, todo lo contrario: amor y alegría, mucha alegría. Algunos de sus pequeños templos están decorados con multitud de colóres alegres y los fieles se detienen, rezan pequeñas oraciones de apenas un minuto, hacen sonar una campana y con las palmas juntas a la altura de su cabeza entonan un : ¡ Namaste!.

Como cada día he salido en busca de la foto, la que al mirar por el objetivo me avise de la magia, se diluya entre mis dedos y dispare al corazón. Caminado perdido por el barrio antiguo, un fuerte olor y un calor especial inundaba el ambiente. Alguien me aviso de que guardara la cámara. Estaba en el Gath de Manikanika en el lugar sagrado elegido para las cremaciones.

Una multitud cantando baja la calle repitiendo mantras, llevan un cuerpo cubierto en una sábana blanca y la envuelven multitud de adornos de colores repartidos de forma anárquica por todo ella. El paisaje es dantesco. Multitudes se arriman a la piras de leña ardiendo en señal de luto y despedida. Estoy confuso, mis ojos llenos de hollín empiezan a escocer, me cuesta respirar, tranquilo pero sin perder un paso me voy alejando del lugar.

Cúpulas ennegrecidas por el hollín contemplan las pilas de leña amontonadas y clasificadas por tamaño y calidad. Dependiendo de el poder adquisitivo de la familia del finado puedes optar a más y mejor madera con lo que el cuerpo se desintegrará por completo y las cenizas reposaran hasta la eternidad en el sagrado Ganges, que según la mitología hindú se dejo caer del cielo y serpentea alrededor de la cabeza ensortijada de la diosa Shiva.

El caos se apodera de mi, quizás la visión del hollín pegado en las paredes de cada edifico de este Gath ha sido demasiado fuerte esta tarde. Vago por las calles como un iluminado, meditando sobre la vida, sobre los pesos que adosados a nuestra alma nos hacen preocuparnos de las cosas más simples y no disfrutar de aquella sonrisa, de aquellos juegos, de esos momentos inolvidables que hacemos caer en la rutina del dia a dia.

Empieza el anochecer y me he detenido a comprar unos pañuelos escritos en sánscrito. Un perro esta ladrando tras de mi. De repente un petardo de esos que los niños hacen chocar contra el suelo y explotan. Una sonrisa picara se esconde detrás de un pequeño portal. En la calle apenas cabemos: baja una moto y sube una vaca, hasta aquí lo normal. De repente el pequeño sale de su escondite arrojando un petardo al perro, el perro aúlla y se encela ladrando sin control, la vaca arranca embistiendo y ya sólo nos falta ¡José Tomás....! ¡Ha elegido moto....! Una gota de sudor frío cae sobre mis gafas de sol. La moto estaba a mis espaldas. Y pobre... ¡Que lástima! menos mal que hay muy buenos mecánicos... .

El camino del viejo Varanasi me lleva hasta el Gath de Pachiganaga. La noche ya ha caído sobre la ciudad. Empieza la ceremonia del Aarti. Un oficiante, túnica naranja, incienso, flores, fuego... Unos pocos fieles rezan. Ofrecen a la diosa Shiva su rezo. En forma de símbolo arrojan una vela abrazada con flores al río.

Así terminan los días en la ciudad sagrada, y así comienza la vida cada día. Descanso,paz y magia en estas calles plagadas de sombras que protegen a lo peregrinos que limpian su conciencia y llenan de luz sus vidas.



Buenas noches Varanasi, buenas tardes Madrid.





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