sábado, 23 de febrero de 2013

La Habana vieja.

El amanecer no es muy distinto al de otras geografías: algunos ruidos de coches por la ciudad, gente caminado en distintas direcciones, y policías patrullando megáfono en mano por las calles. Es una sensación rara, como si paneles antiruido silenciaran las calles, escondieran los sonidos estridentes de esta ciudad.
Caminar por el asfalto cortado, por las aceras rotas, por las avenidas llenas de edificios desterrados al olvido. Palacios, casas de una sola planta con su herrería, sus patios de columnas, sus sabor a colonialismo, mirando al mar en la avenida del Malecón.

En el la plaza de José Martí junto al capitolio empieza la Habana vieja. El edifico de Gómez Mena ( que es toda una manzana....) es una muestra de la riqueza pre revolucionaria y, en la actualidad, esta siendo reconstruido por los chinos para levantar en el un hotel de lujo.
Caminando en dirección a la calle Obispo las gentes inundan con sus historias vitales cada centímetro de recorrido. En la esquina con El Floridita ( el mejor Daiquiri del mundo según Ernest Hemingway...) Vicente me pregunta que como esta España. Ante mi pesimista respuesta, su razonada reflexión:
El pueblo español, nuestra madre patria, sabrá defenderse. Escepticismo. Seguimos hablando sobre la revolución sin pelos en la lengua, sobre las consignas que ya no valen en este mundo del que los cubanos quieren formar parte, a su manera, con su cultura, defendiendo su patria, pero sin dejar de criticar el sistema que les maniata y les ahoga, pese al aperturismo de los últimos años.

Calle Obispo abajo, tiendas de souvenirs al estilo cubano. Y entre manzana y manzana un patio con salsa, y una cerveza fría, Bucanero. Mientras aprovecho para desgranar la conversación y descansar, pienso en la burguesía cubana de los años 40, en lo que tuvo que ser esta riquísima Habana. No me puedo imaginar esos salones de lujo y esas mansiones en perfecto estado: los casinos, los clubs, el glamour que reinaba en esta ciudad que no dejaba de ser un decorado mas de la moda de Hollywood, con los americanos inundando de soberbia y prepotencia cada palmo de esta bonita tierra y el pueblo llano muriendose de hambre y humillado en su propia tierra.
Imagino sí esas casas del Malecón tuvieran el esplendor de antaño y si esas calles que todavía mantienen ese olor a antiguo, volvieran a ser la mitad de lo que eran,  "el capital" se volcaría sobre esta isla, invadiendo y destruyendo el espíritu de la ciudad.  Pero eso es algo que afortunadamente todavía pueden decidir los cubanos: su futuro.
Baile, alegría, coches de otra época, gentes que superan las adversidades con ingenio y una sonrisa. La brisa del mar desnuda el sofocante calor del día poniendo un toque de frescura al clima, a las palabras y a la fotografía. Las miradas se clavan en el objetivo mientras coloco mis ojos en dirección a sus vidas.
El sol, que hasta ahora todo lo inundaba, empieza a revolotear entre las nubes en busca de su merecido descanso. El mar que bordea el Malecón prepara la cama donde descansara hasta el día siguiente, la luz que ilumina los pasos de ese mañana que volverá a emocionar cada instante recorrido en esta vieja ciudad.

Buenas tardes Habana. Buenas noches Madrid.
Puesta de sol desde el Malecón



No hay comentarios:

Publicar un comentario