Nueve horas de vuelo entre rumores de un Madrid que se aleja y el imaginario "son" que espera dormido a tan sólo unas millas.
No me atrevo a mirar hacia atrás, en dirección a la vida, a ese pasado inmediato lleno de incógnitas que difícilmente se resuelven. Una vez más, me alejo de ellas como si quisiera escapar, como si esa huida hacia adelante fuera a dar con las respuestas adecuadas, cuando no me he parado a pensar demasiado en sí las preguntas son las correctas.
Imagino las calles sudorosas del malecón, sus recovecos disueltos en decadente barro y sus sólidas gentes sujetando el pasado, ansiando el presente más que nada en sus vidas.
Imagino la cara de asombro y la incontinencia a la hora de disparar la nueva cámara. Me caben mil dudas de sí sabré ni tan siquiera enfocar, en definitiva, el miedo a la "foto en blanco."
Ahora toca rellenar los papeles de inmigración, toca resolver las dudas y las preguntas de las primeras caras que darán imagen a la vieja Cuba de Fidel. Veremos como es en sí misma y en comparación con sus vecinos del sur.
Hay un leve hormigueo en el estómago. Hay algo de ansiedad en mis manos: escribir, fotografiar, sentir. Vamos alla: la vieja Habana me espera.
Buenas tardes Habana. Buenas noches Madrid.
No hay comentarios:
Publicar un comentario