domingo, 25 de octubre de 2015

25 de octubre 2015



Otra vez veinticinco de octubre. Otra vez la sensación de saber que perderse por el mundo es encontrarse de nuevo a si mismo. Aunque entre salida y destino un mar de turbulencias hagan peligrar cada minuto del viaje, o que cada espacio de silencio te devuelva al lugar de donde tantas veces quieres huir. Hace 365 dias Hanoi ... .


Llevaba tiempo pensando volver a Marruecos. Muchas veces lo había meditado y al final por unas cosas o por otras no terminaba de materializarse la vuelta. Aunque cuando he llegado a Chaouen he sentido el porque.

Este es el primer destino al que Dani me mando venir. Aprender, escuchar, saber viajar, ser un turista sostenible y sobre todo cumplir como guía lo que prometía como comercial de su agencia de viajes.

Por eso se me resistía Marruecos. Sus calles, sus carreteras torcidas y en quiebra emocional con esas curvas que parten desde lo mas profundo de un mundo desigual  e infectado por el virus de un capitalismo mordaz y mortal. Por eso este país que tan amable fue en el pasado me hacia temer por los fantasmas presentes. Aquellos días de universidad, aquellos tiempos de rebeldía e insumisión. El primer beso verdadero, el primer amor duradero, la amistad inquebrantable,  la militancia entregada… . Las consecuencias de una vida distinta que no cambiaría pero que a ratos asustaban.


Un arco iris de bienvenida... Siento el ojo desentrenado.

Y ahora, años mas tarde no queda nada de todo aquello. Tan sólo preciosos recuerdos con los que estimular el presente.

Mi amigo se fue de este mundo y me dejo muy huérfano de sus enseñanzas, de su complicidad, de su especial sentido para enseñarme a ver la vida. Y la amistad inquebrantable es un recuerdo lleno de momentos que intento practicar con un puñado de elegidos.

La militancia la guarde en un cajón. Últimamente, de vez en cuando, la saco para que se airee pero no me gusta demasiado lo que veo, aunque tengo que decir que, a veces, me dejo llevar por la ilusión y eso me trae un aire fresco cargado de esperanza.

Y finalmente, el primer amor duradero que termino uniéndose al primer beso verdadero y juntos llegaron muy lejos pero… también se fue. "Es lo que hay" creo escuchar muchos días. Y en esos momentos recuerdo la frase de una buena amiga: “ para no tropezar varias veces con la misma piedra, sería mejor pararse y retirarla del camino”. Todo está permitido para poder ser feliz.  

Por lo tanto pisar tierra africana me ha devuelto un poco a aquellos días, a resucitar fantasmas, a conjugar pronombres: yo, tu, el… y encender las antorchas que marcaran el camino de este viaje. No hay oscuridad. Solo luz. Ya no es esa luz, ese aura que me acompañaba por el camino de la confianza, convicción, certidumbre… ahora es otra cosa, mas tenue y menos letal. Pero tengo luz, porque todavía quedan palabras que me iluminan, murmullos que me animan y personas que me empujan e ilusionan.

Por las calles de Chaouen al anochecer.
Quedan sonidos en la calle. Voces y ladridos  que a lo lejos resuenan en el valle del Rif, en las faldas prohibidas de Ketama… . Oscuridad y ecos cargados de un silencio intermitente y fugaz.
Es día de fiesta en Chaouen ciudad santa, llena de azules y blancos, amuralladas calles llenas de piedras y dibujos que sujetan las pisadas arrastradas de sus habitantes. Es media noche en este lugar de luces y esquinas de piedra cargadas de sombras. Pero esto os lo sigo contando mañana si os acercáis a “Los caminos de la memoria.”
Hoy recordar a mi familia en Madrid que tanto me ayuda y empuja a seguir. A mis hijos desde Londres o Pozuelo de Alarcón con este milagro que es la técnología que nos hace sentirnos siempre !Juntos!
Y a ti donde quiera que estés hoy, por si el silencio no te sirve y me quieres seguir dando luz.


Buenas noches Londres.

Buenas noches Madrid.  

Buenas noches Chaouen.


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