lunes, 21 de noviembre de 2016

En la carretera.






Apenas veinticuatro horas desde que escuche las palabras de un adulto que estaba de vuelta  a casa. Apenas veinticuatro horas horas desde que sentí que el niño que se fue a Inglaterra se había hecho mayor  sin vuelta atrás.

El tiempo pasa que diría Pablo Milanes, y viejos indefectiblemente nos vamos poniendo. Y el amor, es como una sensación extraña y mas bien amarga que va dejando un rastro demasiado profundo, demasiado intenso. Una sensación que distorsiona la vida, que encoge los recuerdos o los presentes y los retuerce hasta hacerlos ensombrecer, hasta que los oculta o los confunde, hasta que los hace morir, despacio, lento, dulce y voraz a la vez, sin compasión ninguna.

Hacía muchos meses que no salia de viaje. Que no volaba y escrutaba mis pensamientos a ver si soportaban la rutina de esta soledad viajera que recorre cada rincón de mi en busca de algo trascendente, inusual, especial.

No es fácil salir sin una mano que te encoja, o una abrazo que te meza. Sin un beso que te provoque o una estampa que te abrume cuando la soledad se planta ante ti y te habla de tu a  tu.

Hacia meses que no me paraba a pensar en esto. O no al menos como ahora. Hacia mucho tiempo que no me paraba a preguntar, a medir cada espacio de vida que me enseña y provoca, como si el bullicio de los días se tradujera en silencio ahora que todo está lejos. Ahora que ya no tienes que entretener las palabras para no decir nada. Ahora que no tienes que conformar las frases y adecuarlas para que queden vacías, para que nada me nombre, para que todo quede en un circuito silencioso del que nadie pueda escapar. Y después solo quedé el silencio.

Volar. Alzar la vista y no ver nada. Forzar el horizonte entre nubes y no alcanzar a ver nada. Así me recibió Praga. Así y llena de coches. Y durante el trayecto esta canción de Adele. Con su voz intensa y esa  amargura que entona en cada nota que te engancha.

Pensaba despacio, entre los semáforos que se intuían entre una densa niebla. Me decia a mi mismo que esta vez el viaje se llenara de nombres, de fotos, de amistad. Sacrificio y esfuerzo. Vocación y ternura. Esta vez el viaje volverá a ser raro y distitno a todos. Poco a poco iré plasmando en cuadros, fotos y sensaciones en la vista, el motivo de este viaje.

Espero que haya de todo. Pero por ahora, a dia de hoy,  solo habrá palabras. Y mañana, mañana ya será otro día.
Ahora hay que descansar porque amanece a las seis de la mañana. Como ese Rocky corriendo por unas calles sudorosas por la niebla y el esfuerzo. No habrá soles ni amaneceres.. No edificios.
Solo caras, manos , esfuerzo y sensaciones.

Esta vez los caminos guardaran en la memoria luchadores, generosidad y mucho esfuerzo por una pasión.

Buenas noches Praga. Buenas noches Madrid.


No hay comentarios:

Publicar un comentario