Praga. Niebla. Humedad en las palabras que resbalan por nuestras bocas
cansadas a las seis de la mañana. Es día de angustia. Día de campeonato, de sombras
y dudas detrás de esas miradas perdidas. Campeones de pasado incierto y futuro
borroso, como esos sueños de ilusiones que reposan en la almohada del desvelo
pero también del consuelo incierto cada noche.
Todas las miradas observan. Todos los ojos fijan objetivos esta mañana.
Nadie descansa. Nadie se permite la licencia de no vigilar. Cualquiera puede
ser el adversario. Cualquiera puede tener en su guante el golpe que te llevará
a la lona. Una lona fría lejos de casa. Una lona tardía y limpia donde los
sueños desconsolados rompen a llorar y mojan de sal todas las promesas.
Los golpes se amontonan en la antesala de las peleas. Todos calientan con
un ojo en su entrenador y otro en el adversario. Todos le pegan fuerte, o al menos
hacen ruido para que el resto se entere, para que todos sepan a que han venido.
La pelea empieza mucho antes de pisar la lona.
Vendaje de manos. Ajuste de pantalones y protecciones. La coquilla bien
sujeta y los agarres en su sitio. Camiseta bien pegada, que todos vean los
meses de sudor y angustia de cada entrenamiento, que todos se alineen al paso
de los competidores cuando marcan con su aliento el paso hacia las jaulas de
pelea.. Un último saludo de gloria para ellos que van a luchar y dejarse buena
parte de sus ilusiones entre esas rejas que les retienen en el fracaso o la
gloria.
Cada golpe es una amenaza a la propia vida, un desafío que cada uno de
estos chicos le hace al futuro. No piden nada. No buscan mas que su propio
reconocimiento después de una vida cargada de calle, escaso trabajo y mucho
sacrificio tras cada saco, detrás de cada asalto que le hacen a la vida. Sus miradas
pesan, llevan plomo y muchas sombras. Les sobrevuelan tormentas que esperan
aclarar en esos ring en forma de jaula en los que se enfrentan sobre todo a si
mismos. La suerte está echada mucho antes de empezar y los días acumulados de
entrenamiento, sudores y amor a esta competición les empujan camino del megáfono
que dicta su nombre al ritmo de un puño levantado que indica que soy yo…
No importa de qué lado
han caído las victorias o las derrotas. No importa si los golpes recibidos o
lanzados han abierto heridas o cerrado sueños. No importa si los motivos se
hacen más grandes o si el cansancio se acumula y todo se vuelve bruma y las
calles pesan y la humedad se instala en nosotros reduciéndonos la visión y con
ello ahogando el futuro y cubriéndolo de dudas.
No importa con cuantas ganas respondas a los golpes porque al final la vida
los encaja y te empuja a continuar. No importa si la habitación de repente se
llena de silencio y los ojos se llenan de rabia. No importa si te invade esa
sensación de abandono lejos de todo
porque las palabras se suceden en una única dirección : ¡ánimo campeón!. Te
fuiste como un campeón y vuelves como un auténtico ganador. Porque la vida nos
reparte los golpes sin remisión y nos enseña a levantarnos de manera ágil y rápida,
como en cada entrenamiento, como en cada pelea, como cada día donde la vida nos
enfrenta a las dificultades y aprendemos a esquivarlas y seguir adelante.
Nunca es fácil acariciar con la punta de los dedos el éxito. No es fácil doblegarse una y otra vez en busca de unos sueños que difícilmente llegan. Pero no es mas rico el que mas tiene sino el que mas sueña. Mentes que devoran páginas llenas de vida. Lugares desde donde asomarse a uno mismo y sentirse reflejado con la mirad del otro. Y vidas que se cruzan. Y canciones que se cantan solas en medio de una jungla infinita que nos hace un paréntesis para darnos unos días de tregua. Sabemos que la vida nos reclama a unos miles de kilómetros pero por hoy tendrá que esperar.
Mientras tanto, los brazos se caen, las sombras se mezclan con los verbos que solidarios se abrazan al compañero del lado mas cercano para caminar junto a el, como una letanía mas de esos duros días de sudor y sacrificio. Ahora es tiempo de arrancarle una sonrisa a tu socio, a ese hermano que sin saberlo la vida te ha regalado. Y seguir caminando, juntos, caminando. Hasta donde la pelea nos lleve.
Nunca es fácil acariciar con la punta de los dedos el éxito. No es fácil doblegarse una y otra vez en busca de unos sueños que difícilmente llegan. Pero no es mas rico el que mas tiene sino el que mas sueña. Mentes que devoran páginas llenas de vida. Lugares desde donde asomarse a uno mismo y sentirse reflejado con la mirad del otro. Y vidas que se cruzan. Y canciones que se cantan solas en medio de una jungla infinita que nos hace un paréntesis para darnos unos días de tregua. Sabemos que la vida nos reclama a unos miles de kilómetros pero por hoy tendrá que esperar.
Mientras tanto, los brazos se caen, las sombras se mezclan con los verbos que solidarios se abrazan al compañero del lado mas cercano para caminar junto a el, como una letanía mas de esos duros días de sudor y sacrificio. Ahora es tiempo de arrancarle una sonrisa a tu socio, a ese hermano que sin saberlo la vida te ha regalado. Y seguir caminando, juntos, caminando. Hasta donde la pelea nos lleve.
¡Gloria a los campeones.!
Buenas noches Madrid.
Buenas noches Praga.
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