sábado, 8 de noviembre de 2014

Camboya: Chong Kneas, el silencio para vivir.




Luna Llena al amanecer  en Angkor Wat
Amanecer con luna llena. Debe ser que la noche en su silencio atronador de hoy, (  entre los nervios para que no se me escapara este amanecer),  quería repartir los sueños en cajas pequeñas. Cajas envueltas en palabras de colores como cuando sacas todos las pinturas y te das cuenta que ya no te quedan mas tonos para colorear. 
Noche y día. Entre ambas un mundo de sombras trasparentes acudían a mi sin pretextos. Pero si  Luna Llena. La luna en lo mas alto. Y yo caminando entre las piedras de Angkor, entre multitud de personas que se agolpaban para tomar el amanecer delante de Angkor Watt.

Angkor Wat

He de reconocer que esto de escribir es la mejor de las terapias para mí. No sé si quien recibe las palabras siente la misma sensación de alivio que yo, pero aprovecho desde aquí para decir, que siempre intento que el cariño e incluso muchas dosis de amor envuelvan los momentos más duros de muchas de ellas.

Aprovecho para escribir a pocos días del final de este viaje, que las palabras son el motor de muchos de los sentimientos que se producen cada dia, en cada recorrido, por cada paisaje o con cada sonrisa. Son el cauce por donde dejo correr el agua limpia de los pensamientos que llegan a mí. 

Escribo con la devoción y la pasión que muchas veces vivo. Y le pongo la intensidad que necesito para sentirme seguro, para sentirme acompañado por ellas,  lanzándolas a un mar lleno de dudas y desencuentros, pero en una botella a prueba de las mas horribles tormentas para que llegue a su destino sin más rasguños que los que la vida pueda haberles dado.

Entiendo que tantos sentimientos pueden dejar a veces un gusto amargo porque dicen y hablan con el descarnado sabor de la pasión y la verdad que inoculan las entrañas. Por eso este delicado homenaje a quien de vez en cuando se siente aludido o invadido en su intimidad con ellas.

Las que siempre escribo suelen ser producto del instante: ni la vida es tan melancólica como parece, ni tan viva como puede dar la impresión. Simplemente yo la vivo así: llena de intensidad y pasión. Y por supuesto con mucho corazón. 

Se puede aceptar el reto de jugar a este juego o dar un paso atrás y no arriesgar demasiado. Entiendo que hay razones para el lugar en el que cada uno quiera ubicarse. Entiendo que no todo el mundo quiere un diez en su vida, que un siete es una importante nota que le permite ser estable y a la vez construir una felicidad, no siempre verdadera, pero compensable. Vaya por delante: yo a día de hoy, no. Prefiero un día de diez, que 30 de siete. Asi me va... .

Viajo por dentro y también por fuera. Voy a dejar de lado  Angkor y sus templos. La magia existe y esta dentro de estos lugares construidos a mas gloria de los dioses. El cielo, el infierno, los demonios y los dioses… están todos en las paredes de estos lugares sagrados, que ya no lo son tanto.


 
Barquero Lago Tonlé Sap
Y los vamos a dejar fuera porque he asistido al espectáculo mas increíble de este viaje. Si tenía que seguir aquí, recorriendo kilómetros y montañas, bajo la lluvia y a ratos bajo el asfixiante sol, era por esto: Chong Kneas, la aldea flotante de ciudadanos vietnamitas, fundamentalmente, en Camboya. Una buena mezcla.  
Para alejarme de la masificación y el caos de Angkor decidí ir al Lago Tonlé Sap que significa en jemer lago de agua fresca. Es el lago de agua dulce mas grande del sudeste asiático y es objeto de protección de la biósfera, declarado por la Unesco en en 1977. Allí viven apartados del resto de la población, en un pueblo de casas flotantes ( palafitos) Vietnamitas, musulmanes y algunos camboyanos en armonía. Es un pueblo en toda regla
pues no descuidan colegios, centros de primeros auxilios y comisaria de policía!!!...  
Coges una barca a 25 km de Angkor Wat durante mas o menos 45 minutos y te trasladas hasta el poblado Chong Kneas. 
Bosque sobre el agua en Tonlé Sap

Por supuesto viven incluso un nivel por debajo del resto. Se les ve desnutridos y a muchos mal vestidos, descuidados. Pero con su vida construida al borde de las aguas. Los palafitos son independientes en su mayoría y solo algunos servicios básicos se ven unidos por algún tipo de puentes. Al llegar al centro de este poblado singular, todavía nos aguarda una visitas no menos conmovedora: En unas barcas a remo llevadas por mujeres ( todas) paseamos en un ambiente de misterio, por un lugar al que llaman " la cárcel de los árboles"   ( traducción mas que libre). 

  

Le llaman así porque  es un laberinto de árboles que se asemejan, dependiendo de la perspectiva con que se miren,  a los barrotes de una cárcel. En el hay viveros de cocodrilos y diferentes tipos de peces. Casas, arboles clavados en el agua y miradas perdidas entre las ramas. El ruido del remo acariciando el agua,  es la única compañía, en un día en el que pesan demasiado las ideas desnudas, los latidos sordos de algunas reflexiones sin un claro destino. 
Niño en Chong Kneas
 

No dejamos de cruzarnos con fotos: niños, pescadores, contraluces, atardeceres.. Me duelen los brazos de buscar el mejor instante, la mejor mirada, el lugar donde el infinito se mantenga fijo para que pueda disparar.  Y a  la vez no dejo de pensar en la vida al borde del agua, sin pisar tierra firme, con los vaivenes de las aguas inquietas, con los balanceos de las traicioneras barcas que siempre piensas que pueden llegar a tirarte 

Tres horas de paseos por calles de agua entre arboles centenarios, barcas con remo y a motor. Pescadores y vendedores en barcas que te abordan para ofrecerte: Coca Cola, Cerveza o unos caramelos, bolígrafos, libros...  en fin, de todo... 

Y como esta tarde casi todo ha sido silencio por dentro y bullicio en mi cámara, que mejor que darle una vuelta a las fotos y a falta de muy poco para mi vuelta,  expresar si no es lo mas bonito que hemos visto juntos hasta hoy.

Aldea de Chong Kneas en el Lago Tonlé Sap



 Las fotos inspiran paz, recorren con la mirada los espacios que quedan vacíos en el agua. Como las palabras a las que me remitía al inicio y que tantos huecos han dejado en el corazón de alguna gente. Es momento de acudir a proponerle un final al día. Hay a quien le gustan los finales felices a toda costa, sentenciar que las cosas acaben dibujándose con los colores adecuados para tener un buen recuerdo de ellas. Y a otros los finales les salen siempre melancólicos y tristes. Será que cuando uno ha repartido todas las cartas y no tiene ni una pareja, es difícil  hacer un full. Y en eso estamos, sin dos cartas iguales, buscándole un final al día, o mejor que cada uno se lo busque y ya nos lo vamos contando.

Buenas tardes Madrid.

Buenas noches Siem Rep, Camboya.

Atardecer en Tonle Sap Lake


 


3 comentarios:

  1. gracias por llevarme de vuelta a los recuerdos. Espero ver todas las fotos a tu vuelta......pero no tengas prisa...aqui no hay mucho que ver.

    ResponderEliminar
  2. Unas imágenes preciosas y unas palabras que me hacen flotar, llegan hasta el corazón y después.......paz

    ResponderEliminar