domingo, 12 de febrero de 2012

Suiza


Annecy



Annecy puede dejarte tocado si recorres sus calles con el ánimo algo disperso. Esa luz tenue, casi sin recorrido para ocupar todo el espacio, se te adhiere a las entrañas y se acaba disolviendo en cada poro de tu alma. Si te dejas llevar por sus sombríos rincones el corazón se te hiela en alguna fotografía y la costumbre se aprovecha de tu inocente mirada, para asestarte un golpe definitivo en los confines de la memoria.
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La humedad que proviene del lago a los pies de sus canales a veces te envuelve desprevenido. Su  coraza de piedra la vuelve impenetrable ante cualquier súbito asalto que surja de un inocente pensamiento.Annecy es ya el pasado.

Saborear por la carretera los recuerdos de esas calles me hace fijarme sin decoro en un punto inalterable de mis recuerdos. Me quedo estático, casi sin aire, escuchando el eco de algunas palabras que siempre llegan inoportunas. Quizás la distancia sea el motivo:  sucedió en Varsovia, en Nueva Orleans y en EE UU.. Sucedió mientras las piezas del puzzle iban encajando perfectas al otro lado del mundo. Siempre hay un motivo.

Suiza tiene un sabor diferente. La aduana a la vieja usanza y el dinero a la nueva. Sorprendentemente el buen policía de esta insólita frontera, me indica con el movimiento de su mano que pase sin detenerme. Acabamos de ahorrarnos 50 euros en tasas por uso de carreteras. Un impuesto menos. que seguro  la vida se lo cobrará en otros lugares. No me cabe duda.

La carretera se hace oscura, pero todavía se intuye el blanco opaco de la nieve en los arcenes. La noche se adivina silenciosa ahí fuera y un ritmo pausado nos adentra en Ginebra en plena oscuridad.
Esta ciudad de luces encendidas y  edificios emblemáticos de grandes marcas y escaparates lujosos no parece muy amigable. Este paisaje no es el viaje deseado. Vamonos volando.


Marktgasse en Berna
Apenas 100 kilómetros faltan para llegar a nuestro destino y se nota el cansancio. La temperatura esta subiendo a diez bajo cero. Creo que salir del coche va a ser un ejercicio de valientes. Allá vamos...Al fin Berna, la ciudad de los mil soportales esta ante mis ojos. Edificios de piedra perfectamente alineados. Colores uniformes, estructuras semejantes. En definitiva una ciudad muy organizada en medio de la noche . Veremos si mañana mantiene este equilibrio.

Hoy el sol es tímido, simplemente se le intuye y poco a poco va tomando confianza para dejarnos entrever algunos rayos. . El también ha salido con abrigo, por eso su luz es tenue y  el calor duerme escondido entre sus vestiduras. Sorprende ver como las calles poseen lo mejor de la libertad de movimientos,  y lo mejor de un orden en el trafico de los transportes públicos.. Parece una ciudad fría y a la vez te sientes recogido. Quizás por eso Einstein encontró su teoría en estas armoniosas calles.

La ciudad tiene movimiento. Turistas y población de distintos lugares del mundo. Cosmopolita en medio de tanta tradición. Otra vez el equilibrio. Su casco histórico es Patrimonio de la humanidad. No me extraña, pues te asombra el  cuidado y excelencia de sus edificios, haciéndolo  único.

No queda mucho para Zurich. Mañana será el gran día. Otro de mis sueños se verá cumplido::  recorrer la ciudad en ese tranvía que tantas veces hizo volar mi imaginación...

Se me agolpan las palabras de nuevo. Se pueden leer entre lineas en mi cabeza.. Los sentimientos se retuercen dentro de mi vida. Nuca olvidaré este día. Nunca.
Berna

Zurich...

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